¿Una Misión Imposible?
- Carlos Curbelo
- Jun, 04, 2020
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Un camión cargado de mercaderías, recorriendo caminos que llevan a las aldeas, las cuales se multiplican en la basta localidad llamada Laguna Negra, en el distrito de Mariscal Estigarribia.
La fe sin obras, muere…
A mediados de abril, a través de un clamor en medio de una gran necesidad ante la situación del COVID-19, pudimos oír el llamado de Dios y responder a la necesidad de nuestro prójimo, lo cual era una prueba para poner en obra nuestra fe. (Stg. 2:15-17)
Solos no podríamos, entonces es #Mejorjuntos, nuestro lema en este 2020…
Fue así que comenzamos una campaña animando a la iglesia nacional y extranjera a ser parte de este desafío; llevarle un kit de alimento a cada familia Ñandeva.
El desafío era alcanzar a las 15 comunidades de Laguna Negra, lo que significaba cubrir 423 viviendas con un aproximado de 1,604 personas.
Nuestra estrategia fue armar una canasta con los productos que consideramos básicos lo cual nos dio un valor de $12 USD por cada kit, esto lo transmitimos a través de «flyers» compartiéndolos por medio de las redes sociales, como así también de manera personal a través del whatsapp, con el fin de completar lo necesario para cubrir esta necesidad.
La fe en obras se pudo ver reflejada a través de los 52 donantes, los cuales 40 fueron de Paraguay y 12 de otros países (Chile, España, Puerto Rico, EE.UU., Noruega, Argentina, Uruguay) como también en la colaboración del INDI (Instituto Paraguayo Del Indígena) quien hizo las gestiones para conseguir el transporte y permisos de circulación, involucrando al INDERT (Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra) quienes dispusieron del vehículo para trasladar la mercadería. Así se pudo responder a la voz del Señor concretando la entrega de provistas a cada familia de las 15 comunidades.
Al regresar y ver concluida la entrega de esta pequeña ayuda, pequeña en tamaño, pero cargada de amor y sensibilidad a la voz de Dios de las diferentes personas que fueron parte de este desafío, entendimos viendo la alegría en el rostro de nuestros hermanos Ñandevas que Dios una vez más ha sido fiel y que “para Dios nada hay imposible” (Lc. 1:37)